miércoles, 22 de septiembre de 2010

Un hermoso día calido, con una brisa suavecita que rosa mis oídos con una justa sutileza, el sonido de los pájaros que cantan desde las puntas de los arboles y sus aleteos permanentes-el humo del porro que vas soltando con una suma sensualidad de tus labios, hasta expandirse por todo tu rostro y desaparecer lentamente. Los arboles generan una sombra espectacular, donde puedo disfrutar de las plantas, las flores y cada imperfección de la tierra. También puedo observar cada uno de tus rasgos, desde las puntas de tu pelo hasta los detalles de tu pupila, como te pega el sol en la cara y hacés ojitos chinos. Cierro los ojos y simplemente disfruto el momento, sin importarme lo que pase a mi alrededor, sin preocuparme por nada, sabiendo que estás ahi, que todo está bien. Entre besos y porros, la tarde va pasando, el sol está bajando, hace un poco de frío, pero con un abrigo basta. Los pajaros huyen a sus nidos, la gente se va poco a poco, y solo quedamos vos y yo, tomados de la mano, sin nosión del tiempo, pero allí estoy y allí quiero permanecer...-

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